lunes, 30 de julio de 2007

Ming T´ien

El sol alumbra sobre su cabeza sin piedad. Enrareciendo el aire según va pasando las horas, conviertiéndolo en una mezcla irrespirable, que seca las fosas nasales a cada inspiración. Por las calles tan sólo rondan insensatos sacándo fotografías hasta de las tapas de las alcantarillas y algún habitante de la vacía ciudad que se lo piensa dos veces antes de abandonar la zona de influencia del aire acondicionado.

Mientras sigue a su destino, por la calles. Donde la vida se ha ralentizado, dormita, descansa a la espera de algo de brisa proveniente del mar, para hacer más llevadera las altas temperaturas.

En un momento dado de su trayecto decide ir bajo tierra y empieza el descenso... De las entrañas de esos túneles mal iluminados por tenues luces que parpadean anunciando su póximo final, llega un olor nauseabundo, como resultado de una mezcla entre sudor y otros detritos humanos, humedad y azufre que le recuerda que está ante las puertas de infierno.

Prosigue su camino por estrechas galerías, cuya única decoración son tuberías, cables, pedazos de falso techo, tubos de ventilación; que en desorden se entrelazan en techos y paredes. Estos pasadisos se encuentran ocupados por seres sin rostro, grises, impersonales, ausentes, autómatas que se mueven en masa hacia las salidas o profundidades de esa peculiar contrucción.

En un momento dado la galería se abre, para llegar a una gusanera, donde los seres anteriormente nombrados esperan pacientes, mirando sin ver y oyendo sin escuchar lo que acontece a su alrededor.

De la boca de uno de los túneles aparece un gusano amarillento, soltando chispas azules al roce con los raíles al parar. Se encuentra segmentado y ocupado por un centenar de individuos apiñados, formando un banco humano, pero sin comunicación posible. Ante esta visión tétrica, sonríe. Dónde queda los tratados de seguridad e higiene de lo que tanto alegan los burócratas. Un eufemismo más de la vida...

Se decide por uno de los vagones y se queda en la puerta. Observa a su alrededor, captando rostros sin emociones y mentes vacías. El aire viciado era pastoso y cálido. Sin vetilación, sin ventanas, sin oxígeno... Al poco de entrar, por sus facciones caían gotas de sudor de manera pausada. Notando cómo por cada mililitro de líquido se escapaba un poquito de vida. Cada vez que llegaba a una de las estaciones abría la puerta para que un hilo de aire osara entrar en aquel habitáculo colapsado.

Volvió a sonreir, al recordar que por entrar y usar ese "servicio" había pagado un importe, para recibir un trato infrahumano. Era parte de la tortura de permanecer dentro del "infierno". Tan Solo le quedaba esperar un poco más para escapar lejos de aquella ratonera y volver bajo un cielo azul brillante.

miércoles, 25 de julio de 2007

Germinar...

Un año más una nueva flor brota en su jardín. La cual, se muestra con delicadeza ante los cálidos rayos del sol, que la acompañan desde que despunta el alba hasta el anochecer. Esa tierna vida tiene varios meses por delante para crecer y desarrollarse. Fortaleciéndose con sus nuevas vivencias y acontecimientos. Para que, tras pasado el tiempo, se tranforme en un planta enraizada como sus acompañantes de ese peculiar jardín. Que en su armonioso conjunto, forma una vida.

El devenir de los años la impulsará a salir de la protección de su hogar y partir a otras zonas donde conseguir su máximo esplendor. Con ella iran guardados en alguna parte de su atillo recuerdos e ilusiones. Los cuales volverán a su memoria para rememorar la tierra que la vio nacer, dar sus primeros pasos; ofrecerle su aroma cada primavera, olores de canela, romero y miel... oir su risa en la tranquilidad de interminables tardes veraniegas, cubrir de hojas secas la senda del camino, al anunciar los días, la próxima llegada del frío. Hasta verla marchar con lágrimas en los ojos y ahora espera paciente su regreso.

Desea que pasee nuevamente por sus calles, que le ofrezca su energía que tanto tiempo albergó y vea surgir nuevas flores en su jardín. Antes que cronos pase su precio, marchitando su apariencia, pero nunca su espíritu. Ofreciéndole una agradable y fresca sombra en las calurosas jornadas y saciar su sed con fresca agua que surge de sus entrañas.

A esto, es a lo que humildemente aspira, aunque mientras permanece con la esperanza de volverla a ver.

martes, 24 de julio de 2007

Pintor de estrellas

Enebrando palabras para formar un cálido abrigo a un solitario corazón. Que permanece en algún lugar a la espera de una sonrisa amiga, de un entrañable abrazo, de una delicada caricia.

Mis manos tejen lentamente esa tela que son frases, con cierta melancolía al pensar en esa distancia. En el desamparo de la soledad, que sufre cada día al andar por ese lugar.

Lo creo para ser entregado, sin esperar nada a cambio. Como tantas veces antes. Dar sin recibir. Ofrecer sin pedir. Regalar sin condición. Ofertar sin percibir...

Mis palabras seguirán fluyendo como agua naciendo de una piedra: un fino hilo, que tímidamente avanza en una tierra aún desconocida. Surcando valles, llanuras, hasta llegar al mar. Donde se cierra el ciclo, fundiéndome en un solo ser. Reflejada en cada momento en un cielo, que pasa del día a la noche según el devenir del tiempo. Donde allá a lo lejos, sobre mi cabeza. Cada ocaso un maestro moja su pincel y va dibujando a lo largo del amplio firmamento, pequeñas gotas de luz, que acompañan a mi alma y apaciguan mi espíritu.

Aunque mi pensamiento sigue centrado en ella. Belleza creada por manos de dioses. Vitalidad que fluye del fuego. Fuerza del bravo mar...

Por ello, yo simple mortal la deseo y lucharé por mi sueño. Tenerla algún día a mi vera... Mientras, seguiré brindándole mis palabras allá donde vaya, siempre que su recuerdo habite en mí.

viernes, 20 de julio de 2007

Frío...

De sentirte y no tenerte, cuando la fría brisa de la mañana llega hasta mi ventana

De mirarme en el espejo de la gélida indiferencia

De tu ausencia, en las horas, días y meses

De mis miedos que acechan en los rincones al caer la noche

De abrazar y no encontrar tus brazos

De volver al destierro de la soledad

De no saber hacia donde dirigir mis pasos

Al perderte y no saber más de ti.

lunes, 16 de julio de 2007

Espacio...

Entro sigilosa en un antiguo inmueble, en busca de un ricón donde el tiempo avanza más lento de lo habitual, incluso llegándose a parar durante breves instantes. A través de un pequeño hueco, que queda entre la puerta y la pared llego hasta su interior. Donde se encuentra ese santuario que emana arte.

En un primer momento voy captando ese centenar de aromas que componen el aire del estudio: pintura, derivados de petróleo, madera, tela... Caballetes esperando vacíos a que sean ocupados, otros que van observando el reloj de soslayo aguardando la hora de la llegada del artista. Para iniciar o continuar el proceso de creación sobre el lienzo que permanece adormilado sin otra pretensión que la espera, para poder lucir en su momento su máximo esplendor y belleza.

La mayoría de las baldosas que componen el suelo, crujen o se mueven a cada paso que doy sobre ellas. Anunciando los años que llevan adornando la estancia. Un suave sol de mediodía entra solícito por los grandes ventanales, creado una peculiar combinación de luces y sombras.

Paletas, brochas, pinceles de todos los tamaños con innumerables manchas de pintura, con historias que contar cada una de ellas. La historia de una vida. Quizás, la nuestra, que mojando el pincel en experiencias, vivencias y sentimientos, van dando color a ese lienzo que conforma nuestro personaje.

Me siento en un sofá que se encuentra al final de la estancia y contemplo desde esa posición el espíritu que habita en la sala. Bohemio y ligeramente descuidado, que con delicadeza protege cada detalle de su entorno.

Tras esto marcho guardando en mi corazón, unas gotitas de esa esencia que ahora queda en otra ciudad, a la espera del reencuentro.

lunes, 9 de julio de 2007

Un pensamiento...

Cómo abrirte mi corazón para decir lo que siento... Cómo desnudar mi alma para que puedas ver la esencia, con total transparencia, sin capas de posible indiferencia o frialdad... Cómo hacerte saber que mis ojos se alimentan de la luz del sol para poder reflejar tu belleza...

Cómo decirte que para mí la espera no es problema, porque te anhelo y deseo como el alba a la mañana o la noche a las estrellas... Y si mi vida se apagara durante la espera, lo haría fiel a mis sentimientos. Sabiendo que te quise mientras en mí habitara un destello de vitalidad...

Aún así en mi ausencia el eco de mis pensamientos volará más allá de esta ciudad. Surcando el mar y el firmamento, como ave de paso sin rumbo evidente. Llegando entre otros lugares hasta la región que te vio nacer. Donde por un momento el tiempo se parará y retrocederá para revivir la escena de cómo una nueva chispa de vida llega a este mundo.

De la emoción del momento al ver la pureza de tu existencia. Del cielo caerá un suave rocio, que hará germinar una semilla aletargada. Creando una bella flor. La cual no sucumbirá ni a la sequia, heladas o lluvias torrenciales. Porque marca lo más preciado y valioso para mi persona. Esa eres tú.

domingo, 8 de julio de 2007

Piedra de sal

Subida a un acantilado artificial, creado por la mano del hombre, observo la soberbia del mar, su ímpetu y fortaleza. Chocando incesante contra la playa. Miro a mi espalda. Comtemplo la tierra roja salpicada de edificaciones variopintas, al fondo la montaña azul que emana el calor acumulado durante el día. Devuelvo mi vista al mar. Ya que capta toda mi atención. Por su danza continua en el tiempo, sus juegos de luz y sombras al reflejar la energía que el sol le envía.

Pienso cuantas gotas de agua y sal han sido derramadas para formar esta superficie azulada. Cuantas lágrinas han caído observándolo. Pidiéndole que devuelva a un ser querido o lo lleve hasta él. Cuantas personas, si fuera posible lo habrían recorrido a pie para llegar a otras tierras donde empezar o comenzar una nueva vida, un sueño, un ideal.

Cuantos secretos guarda en sus profundidades. Cuanta vida en su interior y cuantas ha cegado, por su egoismo o para demostrar su poder. Esa fuerza incontrolable por la mano mortal o divina. Donde sólo una dama es capaz de amansar tan sólo con su presencia: la luna.

Sucumbe a su mirada mostrándose docil y pacífico. Retrocediendo unos pasos, dejando libre durante unos horas la tierra que cree poseer.

Mientras fluyen estos pensamientos. Desvio la mirada hacia una singular piedra. Hecha de sal y cubierta de coral. Que se erige en una zona aún virgen. Donde el mar rompe furioso a sus pies.

Cuentan los ancianos que pescaban en su juventud, en las orillas de esta playa, que sus abuelos les explicaban que esa roca. Es una mujer que espera la vuelta de su pareja. Porque el mar se la arrebató. Pero como había realizado la promesa de esperarle. El tiempo la transformo de manera progresiva en esa piedra que ahora podemos observar. Manteniéndola en letargo y ralentizando los latidos de su corazón.

Esa historia me recordó que soy dueña del pacto de tu vida. Y... mientras haya firmamento y estrellas que alcanzar, siempre estaré contigo hayá donde te guíen tus pasos.

miércoles, 4 de julio de 2007

Relente...

Mientras la ciudad duerme, escucho los pasos de ratones a través de las paredes. El sonido de la espesa noche. El rumor del silencio. La respiración de seres que permanecen mecidos por los sueños.

Siento como va llegando el frío según pasan las horas. La humedad se apodera de todo y se introduce por orificios isospechados para anunciar su presencia.

Por las calles ausencia de vida, de movimiento. Miro a mi alrededor y no siento a ningún ser de sangre caliente e ideas libres. Los que habitan los callejones sin luz son esclavos. De si mismos o de alguna sustancia o de ambas situaciones a la vez. O quizás de nada, la ausencia de todo.

Pero siento un halo de calidez. Lejano, pero con la suficiente intesidad y fortaleza, como para seguirlo y llegar hasta él.

Continúo por zonas desiertas, aunque cada vez está más cerca. Ya siento su corazón, como late al compás, dándole la vida. Aunque ésta me la da a mí, sólo por el hecho de saber que existe.

Quiero verla. Saber que es real. Que puedo palparla con mis dedos y que no se va a esfumar en mi recuerdo, como una nube de humo.

Me acerco. Entre ella y yo, tan sólo hay ya una puerta. Aunque su fuente de energía la visualizo como una llama que emerge en medio de tanta oscuridad.

Aún sin luz, me oriento hasta llegar a su piel. Por su aroma y perfume. Su pureza como su corazón son únicos.

Sus ojos me invitan a pasar y su alma a que la posea. Comienza una danza sensual que acaba dando origen a un solo ser.

Ha finalizado mi búsqueda. Mientras la ciudad sigue dormida...