miércoles, 25 de julio de 2007

Germinar...

Un año más una nueva flor brota en su jardín. La cual, se muestra con delicadeza ante los cálidos rayos del sol, que la acompañan desde que despunta el alba hasta el anochecer. Esa tierna vida tiene varios meses por delante para crecer y desarrollarse. Fortaleciéndose con sus nuevas vivencias y acontecimientos. Para que, tras pasado el tiempo, se tranforme en un planta enraizada como sus acompañantes de ese peculiar jardín. Que en su armonioso conjunto, forma una vida.

El devenir de los años la impulsará a salir de la protección de su hogar y partir a otras zonas donde conseguir su máximo esplendor. Con ella iran guardados en alguna parte de su atillo recuerdos e ilusiones. Los cuales volverán a su memoria para rememorar la tierra que la vio nacer, dar sus primeros pasos; ofrecerle su aroma cada primavera, olores de canela, romero y miel... oir su risa en la tranquilidad de interminables tardes veraniegas, cubrir de hojas secas la senda del camino, al anunciar los días, la próxima llegada del frío. Hasta verla marchar con lágrimas en los ojos y ahora espera paciente su regreso.

Desea que pasee nuevamente por sus calles, que le ofrezca su energía que tanto tiempo albergó y vea surgir nuevas flores en su jardín. Antes que cronos pase su precio, marchitando su apariencia, pero nunca su espíritu. Ofreciéndole una agradable y fresca sombra en las calurosas jornadas y saciar su sed con fresca agua que surge de sus entrañas.

A esto, es a lo que humildemente aspira, aunque mientras permanece con la esperanza de volverla a ver.

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