viernes, 22 de junio de 2007

Un pliego...

Perdida en un pañuelo largo y sedoso. Sumergida en su interior. Navegando a la deriva en el perfume de su superficie. Cálido y atrayente para cada uno de mis sentidos. Me permite el deleite de sus fibras y me arrastra a la pérdida de toda razón.


No puedo luchar, ni huir de su atracción. Tampoco lo eludo. Es el recuerdo, lo que me une a ella ahora que no está a mi lado. Cuando aún la distancia nos separa. Pero ya el tiempo de espera finaliza, a cada hora que pasa el encuentro es más factible.


He cruzado océanos de tiempo para encontrarte. Navegando día y noche, con el mar embravecido. Tormentas e inundaciones han asolado la cubierta del barco. El intenso calor y la sal crean una peculiar película húmeda y resbaladiza sobre la madera. Aunque las lonas blanden majestuosas allá arriba en sus mástiles, al arrullo del viento. Con un rumbo marcado.

Aún así, me encuentro perdida en un pañuelo, por amarte...

sábado, 16 de junio de 2007

Amanecer...

Quizá sea, la última palabra que pueda escribir en este diario. Porque mi corazón languidece cada vez que llega al final de lo que me tienes que decir. Cuando sólo queda en el aire el silencio acompañado de infinidad de puntos suspensivos, mezclado con ideas, conclusiones. Esos que brotan de tus labios entreabiertos, de tu mirada furtiva... En definitiva, de tu interior.

Aunque ahora aparece un nuevo interés. Un nuevo deseo. Recoger cada uno de esos puntos que han quedado ocupando el espacio en ingravidez. Alinearlos, uno delante del otro y el otro del siguiente. Así sucesivamente hasta formar un camino. Con una única dirección y sentido. Llegar hasta ti.

Al caer el día, tu presencia me cautiva. Sometiendo a mi conciencia y desplazando todo recuerdo ajeno a tu persona. Llegas a cada recóndito escondite, incluso a las zonas más profundas e íntimas. Actúas como un narcótico, manteniéndome en duermevela. Captando mis sensaciones, sueños y anhelos.

En ese letargo, te siento, escucho, percibo... Pero vuelve a salir el sol. Miro a mi alrededor y no te veo. Siento una fuerte resaca por tu ausencia y sólo queda enfrentarme un día más a la realidad, hasta que las sombras de las noche vuelvan a caer y te traiga nuevamente a mí.

...Amanecer...

jueves, 7 de junio de 2007

Redención...

De un espíritu impío sediento de justicia. Esa que nunca llega y que muy pocos han conocido. Aquella que se comenta que existe, pero no se muestra cuando se necesita. Aunque no le importa, ya que se hará con ella a un precio u otro.

La mañana le extraña cada vez que un día comienza, ya que se oculta de ella desde hace un tiempo. Igual que del sol, porque ya no calienta su piel, ni le da la vida.

Las noches la compañan, sirviéndole de protección y amparo a sus movimientos, pensamientos e instintos. La luna la observa y con su luz acaricia su piel, blanca como el armiño y apacigua su alma.

Una paz de espinas envuelve su corazón... Sin permitirle un amplio margen de movimientos, porque las heridas volverían a sangrar.

¿Hacia donde se dirige? No se lo pregunta, tampoco importa. No alberga odio, ni desdén. Sólo continúa... Sólo prosigue su camino...

miércoles, 6 de junio de 2007

Recogiendo...

... Los piezas del puzzle de una vida, que han quedado esparcidas a lo largo del camino recorrido... Algunas son de brillantes colores, otras algo más opacas y también existen oscuras, pero necesarias todas ellas ya que, sino fuera así no se podría formar la imagen al completo. El cuadro de vivencias, sueños, anhelos...

El reflejo sobre una superficie de aquello que somos... El mío exactamente sobre una ondulante: el mar. De un color acero. Iluminado en un corto sector, formando un camino, por una luz clara y blanca. Que emana la luna, en su fase de mayor esplendor.

Ideas, que no necesitan ser expresadas. Que brotan y fluyen de una manera incesante. Buscando uan progresión natural, para ser logradas y realizadas.

Mientras el tiempo sigue su transcurrir, sin esperar a nadie ni a nada. Juez imparcial de nuestras acciones. El cual siempre coloca a cada uno en su lugar.